sábado, 26 de abril de 2008

Dolor Crónico

Alguna vez escribí en un poema en referencia a un enfermo terminal: “voy a contar mis huesos” y es que siendo una flaca crónica (término recién acuñado y que mi maestra de Literatura llamaría con una ironía académica: “neologismo de aportación reciente de Hadassa”) guardo particular consideración y sensibilidad para quienes aún siendo delgados, una vez enfermos acusan serias pérdidas de peso, se me ocurre que esa noción de uno mismo denunciada por cada articulación expuesta sin discreción bajo la ropa y esas otras esquinas evidentes en las caderas o de las clavículas lleva el pensamiento de manera inevitable a varios niveles de reflexión: bien puede ser la inminencia de un diagnóstico que indique que algo más serio tiene lugar en el organismo o que sin ser nada más grave, la impresión que causa un estado con éstas características da lugar a preocupaciones.

Entonces imagino al país éste a eso de las once de la noche después de haber tomado sus medicamentos nocturnos: algo para dormir, dos diminutas tabletas para la presión arterial, un cuarto de otra minúscula pastilla azul, otra como semilla de melón pero roja, y entre los últimos sorbos de una infusión de canela con manzana, que espero no sea para adelgazar, porque últimamente todo lo que quieren ofrecer como milagroso tiene el agregado de que además te ayuda a perder peso, lo imagino pues descansando sobre alguno de sus dos costados y debido a su figura natural toma esa posición fetal que hace cuarenta años entendí en un libro de pediatría de una cuñada que estudiaba medicina, y luego mi curiosidad me llevó a tratar de entender otro tipo de implicaciones que el concepto tiene.. Veo pues la silueta delgada, adolorida por un síndrome raro que algunos consideran moda –aunque moda vieja: la fibromialgia.

Entonces siento como el país medio acurrucado cubierto con una manta gruesa extiende sus manos que veo como las dos penínsulas y empieza un inventario por esos sitios imposibles de ocultar hasta de sí mismo.

Mientras se siente con preocupación genuina el punto donde juventud, drogadicción, educación con programas basados en la indiferencia académica y en intereses personales hacen unan protuberancia, se piensa en la fragilidad de esta articulación que parecería a punto de lastimarse aún más.

En otro punto, en lo que serian los fémures fuertes de un cuerpo sano se advierten puntos dolorosos sobre todo ahí donde se han tomado repuestos de tejido para sostener la debilidad de otros pero sin haber hecho nada por restituir la fortaleza del principal proveedor de alivio a la parte más necesitada.

Si se da vuelta buscando algún punto de comodidad, la historia se repite aunque con otros elementos, están los sitios en donde se aprecian los brazos pinchados por las múltiples extracciones se hacen a la fuerza vital del delgado mapa nacional: todo sale de los mismo brazos, con venas adelgazadas o escondidas a fuerza de ser violentadas en busca de respuestas sencillas para las enfermedades de zonas que debieron haberse visto en contextos más amplios y con recursos científicos y sobre todo éticos de mejores niveles y está el vientre plano y no por estar “en forma” sino porque se encuentra vacío de alimento.

Total que acurrucado igual, sin posibilidad de extenderse, llega a tocarse los pies lacerados por las jornadas enormes para buscar respuestas o salidas aunque sea a través de algún cerco del tamaño suficiente para escabullirse hacia sueños ajenos para resolver necesidades propias en países vecinos.

En la sala de al lado, los especialistas brindan por el Porvenir, y lo bañan de Dom Perignon o Moet Chandon, y pellizcan con delicadeza exquisita un pan de centeno tostado con beluga roja y unas gambas sumergidas al gusto en salsa de coliflor, mientras comentan lo urgente de hacer que desaparezca ese feo edificio que algún recién llegado piensa utilizar para perturbar la exclusividad del equipo de alto perfil encargado de mantener vivo al paciente lo suficiente para que los otros, quienes lleguen hagan lo propio y continúen con la vida casi artificial del delgado paciente que por fin ya durmió aunque a juzgar por el movimiento de sus párpados debe tener pesadillas.

A la mañana siguiente despertará con dolor de pies y tobillos pero sonreirá porque sentirá por un segundo que el día nuevo ofrece nuevas oportunidades, y tal vez aumente un kilo ahí donde lo necesita o mejor aún nadie se acerque a succionarle la sangre de todos colores tan deseada y tan altamente cotizada aunque de los beneficios de esto el país quede sin saber nada.

Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo,

tú lo tienes.

El puño de mi corazón está golpeando, llamando.

Te agradezco a los cuentos,

doy gracias a tu madre y a tu padre,

y a la muerte que no te ha visto.

Te agradezco al aire.

Eres esbelta como el trigo,

frágil como la línea de tu cuerpo.

Nunca he amado a una mujer delgada

pero tú has enamorado mis manos,

ataste mi deseo,

cogiste mis ojos como dos peces.

Por eso estoy a tu puerta, esperando.

(Sabines, Jaime. Tú tienes lo que busco)

1 comentario:

rafael nadal dijo...

para controlar el
dolor cronico
de hombro debemos acudir
al especialista,
ya que el nos podra dar lo adecuado y lo que necesitamos,
por ejemplo yo tomo lortab, que es una medicina que uso para
contrarrestar el dolor cronico que tengo hace años,
pero esta medicina me lo receto el doctor, lo tomo con moderacion.