jueves, 25 de septiembre de 2008

Un gran abrazo

Hay mañanas que desde que suena el despertador quisiera encargarle el mundo a alguien de confianza.
Pasan de las seis de la mañana y pienso en una vida larga de despertares apresurados para prepararse para la escuela por años, después para enviar al esposo al trabajo, enseguida para asistir al propio empleo y al del marido, se le agregan más tarde los hijos y sus desvelos y así se suman los años y los amaneceres antes de que es sol llegue.
El entusiasmo o el gusto con que se enfrenta el día ha variado según la edad, el motivo de la madrugada o la fecha (en días de pago todo se aligera).
Están en la memoria los días fríos en que se prepara a un familiar enfermo para acudir a exámenes de laboratorio o a consulta. Esas horas pareciera que se cargan de una pesadez distinta. La sombra de la incertidumbre espesa el silencio mientras viaja uno hacia la clínica o el consultorio.
¡Qué ganas de encontrar esos días un sustituto o sustituta para hacerle el encargo! Sin dudarlo pediría a la persona designada para el trabajo que cuidara, apoyara y brindara a nuestro familiar todo el calor que en algunas mañanas pareciera faltarle a uno.
El sueño le duele a uno en los párpados y el frío del alba se posa inclemente en las coyunturas de los tobillos y rodillas.
El día de cualquier manera, sigue su curso. En medio de la neblina espesa del temprano otoño siento al caminar de un lugar a otro de la casa un malestar causado por la cantidad enorme de fallecidos cada día a lo largo del país, abatidos por la violencia que parece enseñorearse de todo el territorio nacional. Lastima que se encuentre uno acostumbrándose a esa nota informativa, duele que los nombres, edades o sexo de las víctimas no le cause a uno ni siquiera curiosidad mucho menos indignación.
Estirando la colcha, mientras el despertador deja escuchar los acordes de una melodía alegre, se cubre uno la cabeza y puede imaginar los titulares de los diarios locales o nacionales con notas que no logran ni siquiera levantar las cejas: que ocupamos un lugar muy bajo en el terreno de transparencia, o sea que somos corruptos reconocidos, que la canasta básica seguirá aumentando, que los precios de los combustibles se elevarán cualquier día como ha venido ocurriendo, que aparecieron decapitados un X número de cadáveres, que las comisiones de la Cámara de Diputados deciden que los casos de denuncias por corrupción del sexenio anterior deben cerrarse por falta de pruebas, que los fondos de retiro de algún sindicato han desaparecido.
Se siente a veces un cansancio grande y no logra entender si es uno o es algo más allá lo que provoca una punzada en el corazón.
El tiempo pareciera comerse día a día los entusiasmos con los que observa el paso del tiempo. La mañana transcurre con tanta velocidad que apenas se alcanza a realizar el trabajo rutinario, a la hora que busca uno un tiempo para leer un poco o tal vez escribir, le cae encima el reloj marcando una tarea inaplazable para seguir con la vida doméstica.
¿A quién pedirle entonces que cuide del bienestar de nuestras familias? ¿En quién confiar para garantizar la seguridad de las calles, las escuelas, los espacios públicos?
Hoy quisiera quedarme hecha ovillo entre las sábanas y soñar que nunca he escuchado las historias sórdidas y tristes en que viven los niños en las colonias de la periferia de la ciudad, quisiera imaginar que al llegar a las escuelas todos los alumnos han dormido bien y tomaron alimentos antes de salir de sus casas. Hoy quiero olvidar que el flagelo de las adicciones es la salida más a la mano de jóvenes adolescentes y adultos jóvenes allí donde faltan los empleos y las opciones de ocupación remunerada.
En días así me faltan recursos, imaginación y optimismo porque la realidad rebasa mis anhelos poéticos y mi vocación literaria.
Y quisiera tomar en mis brazos adoloridos a todos los seres posibles y brindarles en un abrazo un poco de calor y una pizca de esperanza para encontrar la fuerza necesaria para iniciar el día, uno a uno.

Te quiero cada lunes con el alba
antes de ver el día
entre el canto diverso del cenzontle
y el discreto bostezo de los gatos

tu rostro se apresura
llega antes del sol
los ojos se me llena con tu imagen
me invade tu calor
y algún lugar impreciso de mi cuerpo
al evocarte
duele.

martes, 23 de septiembre de 2008

Llega el otoño

Apenas se asoman los números del calendario pero aún sin verlos el suave viento de la mañana trae el aroma a hojas secas y el paisaje se llena de dorados, naranjas y verdes secos.

Llega el otoño, reúne entonces uno el ánimo de la estación que termina y pasa la mano, como por una tela tersa, a los recuerdos que este año ha ido dejando.

De manera natural empieza la despedida al 2008, se preparan los eventos que restan con entusiasmo seguro: algunos cumpleaños y el efervescente bullicio con el que finalmente celebraremos que los ciclos se cierren, los plazos se cumplan y nosotros sigamos contando...

lunes, 22 de septiembre de 2008

Un extraño enemigo

Hay días en que parece uno completamente perdido de su centro. Como en juego de esas cajitas con balines que deben caer en un pequeño hueco dispuesto para ese fin, movemos y movemos la pequeña circunferencia buscando que la pieza caiga por sí misma en su lugar y no lo logramos. Si la pequeña canica fuese el “yo” y el punto horadado el “yo mismo”, de plano reconocería que hay días en que no me encuentro.
Aquí surgen las buenas y las malas noticias: una, que no estoy sola, ese estado es compartido con muchos otros habitantes del país y otra, que eso no es remedio de nada.
El tema de la violencia desatada en todos los lugares del territorio nacional sobrepasa el análisis simple o la mirada general de cualquier opinión más o menos preocupada.
Las conversaciones entre quienes tienen uno o dos datos documentados giran alrededor de la falta de control de las autoridades correspondientes.
Ya sea por una de las versiones que dicen que “antes” -y aquí no sé bien a qué “antes” se refieren si tenemos ya varios sexenios estatales con el mismo tipo de gobierno, o si el “antes” es federal y entonces estaremos hablando de menos tiempo- la autoridad se entendía con los líderes de la delincuencia y éstos respondían con control sobre las acciones en determinadas áreas. O bien las otras versiones que dicen que en la lucha contra el crimen organizado no se diseñaron estrategias para afectar de manera inteligente los cotos de poder de los diferentes grupos del hampa, dando como resultado que el descabezamiento indiscriminado haya dejado en la libre a mandos secundarios que arremeten contra los adversarios del mercado sin detenerse en la población que afectan y sin código alguno al que se pueda apelar para llegar a acuerdos.
Porque llegado el caso o se aniquila al delincuente como los tiempos de Elliot Ness o se busca la forma de encontrar puntos donde el resultado sea una efectiva disminución de la violencia presente ya en cualquier ciudad, barrio, camino, establecimiento o evento.
Querer encontrarle sentido político a todo buscando destinatarios en un efecto de juego de billar resulta en ocasiones un ejercicio para distraer del punto urgente a resolver: la ola sangrienta de atentados, ejecuciones o secuestros.
Explicar que las luchas son entre los mismos delincuentes no alivia ni responde al reclamo del ciudadano que exige seguridad.
Lo punzante, lo grosero es la aparente facilidad con que se arremete en sitios impensables hasta hace poco tiempo y lo peor aún son los discursos con los que se pretende responder a un sector delincuencial a quien los dichos de los políticos o los funcionarios no les hacen ni cosquillas, porque además ni los miran, ni los oyen.
De los atentados en Morelia ¿qué sigue?: minutos de silencio, becas para huérfanos, pensiones modestas para viudas, gastos de funerales, fotos, flashes, caras de circunstancia, golpeteo político para el gobernador perredista, declaraciones de las damas de blanco encargadas de la protesta nacional organizada, y horas en noticieros dando los pormenores del lugar en donde cayeron las modestas prendas de vestir de una de las heridos.
Por lo pronto, se quedan atrás las víctimas de los sucesos en el Estado de México o en cualquier otro estado. Pero eso no sería lo más grave, los que se van quedando en el olvido son los verdaderos responsables de estos homicidios, y detrás de ellos todos aquellos encargados de procurar justicia, los mismos que cuando le llegan de cerca los señalamientos solamente los cambian de puesto o se les quita del escaparate.
Pero no tenemos que extender la mirada a otras latitudes, basta conocer lo que ha sucedido en Tijuana donde aún los acontecimientos son tan recientes que no se puede abordar el tema con la suficiente objetividad, baste señalar que la sobrepoblación de los centros penitenciarios y el caos producido por la aglomeración indistinta de prisioneros en diferentes etapas de sus procesos correspondientes provocan que el asunto de unos se convierta en problema de todos y el estallido abarque a los familiares desesperados por la suerte de los suyos, recluidos y por el momento atrapados en un conflicto de grandes dimensiones.
Cuando los marcos institucionales se miran rebasado o destruidos por los conflictos no queda más que reconocer la necesidad de acudir a otras instancias para manejar las soluciones que aunque calificadas de urgentes siempre llegarán tarde. Y es ahí cuando la sociedad se vuelve herida en busca de las respuestas, pero además de lastimada también reacciona violentada, y con razón.
Mientras el responsable de los sucesos en Michoacán aguardaba el último viva México el país entero sigue esperando que alguien declare formalmente que el crimen organizado o no, es el extraño enemigo y reconozca que hace tiempo profana con su planta el suelo de nuestros barrios, colonias y ciudades. El territorio de nuestra seguridad se mira invadido por un estado zozobra e inquietud permanente y como ciudadanos solamente esperamos que se respete nuestro derecho a un pedazo de tranquilidad y paz.


…frente a la tarde de salitre y piedraarmada de navajas invisiblesuna roja escritura indescifrableescribes en mi piel y esas heridascomo un traje de llamas me recubren,ardo sin consumirme, busco el aguay en tus ojos no hay agua, son de piedra…(Paz. Octavio. Piedra de Sol)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Mal y de malas

Me levanto con dos tareas en mente: preparar a mi nieto para la escuela y atender un asunto en el banco.
Son las 6.45 de la mañana, me doy otros diez minutos de "gracia", parpadeo y ya ¡pasaron!
Acudiré también a desayunar con un amigo.
Por costumbre abro mi correo electrónico, miro mis mensajes, hay uno que me deja con las cejas levantadas en un arco más pronunciado al ya exagerado que mantengo siempre.
Escribo unas líneas y corro a preparar desayuno para el niño. Sigo de memoria los datos de mi lectura veloz ataviada con mi "traje para desayunar un martes de septiembre", muevo trastos y sirvo platos, en una de esas, la manga de mi suéter lila de cashmir (así se me antoja escribirlo) se impregna del residuo de café acumulado en la base de la cafetera, no hago dramas (además ni quién vea), lavo el extremo de la prenda y lo seco con una toalla de papel.
Cumplo con mi trabajo, dejo al niño y corro a cepillarme lo dientes, en eso estoy cuando se escapa un poco de pasta dental sobre mi pecho, ¡en el mismo suéter!, limpio de nuevo, no hay dramas, salgo corriendo, voy hacia al auto, olvido las llaves, regreso y al salir de nuevo tropiezo con el sillón y me golpeo la pierna, duele horrores, pero sigo adelante.
Después, en el café a la hora de tomar el desayuno junto a mi apetitoso croissant de huevo con jamón, me ofrecen un chile güerito, tomo el tenedor y el cuchillo y al tratar de cortarlo explota en mi mano y hacia mi cara el vinagre picante.
Son apenas las 9 de la mañana y ¡quiero llorar!