martes, 29 de abril de 2008

Refugios del Alma de Meillón Savín

Pueden pasar años en la práctica política, en la administración pública o sencillamente en algún activismo cultural o partidista pero de eso a reconocer ante un grupo de amigos críticos e interesados que se es poeta, hay una distancia enorme.
Rodolfo Meillón ha convocado a los testigos de su historia personal y a los otros quienes conocemos algunas expresiones públicas relacionadas con la difusión cultural pero que desconocemos las profundidades de su pensamiento poético.
Despojarse poco a poco de todas las capas con las cuáles circula uno por el mundo y dejarlas en un acto de humildad, no de exhibicionismo, para dejar que a través de sus letras conozcamos sus pasajes secretos, sus Refugios del Alma, requiere valor y madurez.
En dominio de su texto. Con manejo puntual de los tiempos originarios antes de la lectura de ellos, el autor no lleva en un recorrido por los caminos que le llevaron a la concreción de un determinado tema o a la elección de un particular tono de voz.
Libro sencillo, artesanal dice él, presenta un esquema definido por tres apartados a los que el autor describe como: los poemas amorosos, los sociales y los existenciales.
Me pregunto si en realidad tocar con la palabra, el sentimiento y la métrica no hace a todos los poemas productos de amor.
Dice Meillón hablando de amor:

Toda tu Cara

Cuando el sol mira tu cara
los rayos languidecen
y su rubor provoca
gigantescas manchas
que postreros sabios
descubrirán con estupor
el polvo estelar
pinta tu rostro
marcando infinitos
mundos paralelos

Nacen estrellas con tus poros
y de tu tenue sudor
se llenan los más recónditos océanos

Cuando la luz de luna
descubre tu cara
se preñan todos los montes
y todos los lagos se llenan de tu amor
solo yo permanezco
inmóvil solazado.

Los tiempos aquellos de denuncia política, de la batalla palmo a palmo por espacios para la discusión de las ideas, de propuestas ocultó quizá por necesidad, el aspecto más sensible del discurso del entonces militante de alguna de las expresiones de la izquierda.
Tal vez, y aquí meramente lo afirmo como especulación, las cualidades que en el discurso de asamblea no se daba y se prolongaban en reiteraciones y precisiones de temas en loso que por otra parte había acuerdo, retrasaron no más un poco el florecimiento de la concreción de la idea a través del poema, llámese como se llame.
El mal de la juventud que finalmente tiene remedio da paso a una madurez que puede dar frutos ricos en calidad y reflexiones que siendo individuales retratan a una generación y a una manera de vivir las pasiones de hace media vida:

1984-2004

Buscando encontrar el punto exacto
donde incidan los encuentros
nos movemos en espacios
que se cierran en círculos.

Mi presencia está aquí
mi silencio es palabra

La distante ausencia
es momento presente

Tu silencio es voz…

En un Orden del Día, planteado solamente por el autor, se agotaron por la noche los puntos a tratar y acto seguido continuamos preguntándonos ¿cuál habría sido el impacto si en lugar de algunas de las históricas discusiones Rodolfo nos hubiese asestado hace treinta años con un poema? Refugios del Alma, libro de poesía presentado este pasado 25 de abril en la Galería de la Ciudad.

sábado, 26 de abril de 2008

Dolor Crónico

Alguna vez escribí en un poema en referencia a un enfermo terminal: “voy a contar mis huesos” y es que siendo una flaca crónica (término recién acuñado y que mi maestra de Literatura llamaría con una ironía académica: “neologismo de aportación reciente de Hadassa”) guardo particular consideración y sensibilidad para quienes aún siendo delgados, una vez enfermos acusan serias pérdidas de peso, se me ocurre que esa noción de uno mismo denunciada por cada articulación expuesta sin discreción bajo la ropa y esas otras esquinas evidentes en las caderas o de las clavículas lleva el pensamiento de manera inevitable a varios niveles de reflexión: bien puede ser la inminencia de un diagnóstico que indique que algo más serio tiene lugar en el organismo o que sin ser nada más grave, la impresión que causa un estado con éstas características da lugar a preocupaciones.

Entonces imagino al país éste a eso de las once de la noche después de haber tomado sus medicamentos nocturnos: algo para dormir, dos diminutas tabletas para la presión arterial, un cuarto de otra minúscula pastilla azul, otra como semilla de melón pero roja, y entre los últimos sorbos de una infusión de canela con manzana, que espero no sea para adelgazar, porque últimamente todo lo que quieren ofrecer como milagroso tiene el agregado de que además te ayuda a perder peso, lo imagino pues descansando sobre alguno de sus dos costados y debido a su figura natural toma esa posición fetal que hace cuarenta años entendí en un libro de pediatría de una cuñada que estudiaba medicina, y luego mi curiosidad me llevó a tratar de entender otro tipo de implicaciones que el concepto tiene.. Veo pues la silueta delgada, adolorida por un síndrome raro que algunos consideran moda –aunque moda vieja: la fibromialgia.

Entonces siento como el país medio acurrucado cubierto con una manta gruesa extiende sus manos que veo como las dos penínsulas y empieza un inventario por esos sitios imposibles de ocultar hasta de sí mismo.

Mientras se siente con preocupación genuina el punto donde juventud, drogadicción, educación con programas basados en la indiferencia académica y en intereses personales hacen unan protuberancia, se piensa en la fragilidad de esta articulación que parecería a punto de lastimarse aún más.

En otro punto, en lo que serian los fémures fuertes de un cuerpo sano se advierten puntos dolorosos sobre todo ahí donde se han tomado repuestos de tejido para sostener la debilidad de otros pero sin haber hecho nada por restituir la fortaleza del principal proveedor de alivio a la parte más necesitada.

Si se da vuelta buscando algún punto de comodidad, la historia se repite aunque con otros elementos, están los sitios en donde se aprecian los brazos pinchados por las múltiples extracciones se hacen a la fuerza vital del delgado mapa nacional: todo sale de los mismo brazos, con venas adelgazadas o escondidas a fuerza de ser violentadas en busca de respuestas sencillas para las enfermedades de zonas que debieron haberse visto en contextos más amplios y con recursos científicos y sobre todo éticos de mejores niveles y está el vientre plano y no por estar “en forma” sino porque se encuentra vacío de alimento.

Total que acurrucado igual, sin posibilidad de extenderse, llega a tocarse los pies lacerados por las jornadas enormes para buscar respuestas o salidas aunque sea a través de algún cerco del tamaño suficiente para escabullirse hacia sueños ajenos para resolver necesidades propias en países vecinos.

En la sala de al lado, los especialistas brindan por el Porvenir, y lo bañan de Dom Perignon o Moet Chandon, y pellizcan con delicadeza exquisita un pan de centeno tostado con beluga roja y unas gambas sumergidas al gusto en salsa de coliflor, mientras comentan lo urgente de hacer que desaparezca ese feo edificio que algún recién llegado piensa utilizar para perturbar la exclusividad del equipo de alto perfil encargado de mantener vivo al paciente lo suficiente para que los otros, quienes lleguen hagan lo propio y continúen con la vida casi artificial del delgado paciente que por fin ya durmió aunque a juzgar por el movimiento de sus párpados debe tener pesadillas.

A la mañana siguiente despertará con dolor de pies y tobillos pero sonreirá porque sentirá por un segundo que el día nuevo ofrece nuevas oportunidades, y tal vez aumente un kilo ahí donde lo necesita o mejor aún nadie se acerque a succionarle la sangre de todos colores tan deseada y tan altamente cotizada aunque de los beneficios de esto el país quede sin saber nada.

Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo,

tú lo tienes.

El puño de mi corazón está golpeando, llamando.

Te agradezco a los cuentos,

doy gracias a tu madre y a tu padre,

y a la muerte que no te ha visto.

Te agradezco al aire.

Eres esbelta como el trigo,

frágil como la línea de tu cuerpo.

Nunca he amado a una mujer delgada

pero tú has enamorado mis manos,

ataste mi deseo,

cogiste mis ojos como dos peces.

Por eso estoy a tu puerta, esperando.

(Sabines, Jaime. Tú tienes lo que busco)

miércoles, 23 de abril de 2008

Descanso en Paz

Hubo tiempos en que por razones de las fechas me gusta pensar como “un principio”, pero que realmente puede ser cualquier día pasado en otro siglo cuando nos cuentan o leemos que los escritores, artistas, filósofos, intelectuales en general se reunían en grupos para sostener discusiones de amplia variedad: los valores artísticos de la época, las tendencias internacionales y sus correspondientes influencias en las expresiones nacionales. Dicen en algo así como cuento de hadas que el tono de esos encuentros lograba rescatar ideas valiosas, replantearse algunas opiniones y fortalecer otras.
Como en todo grupo la gama de ideas era de gran amplitud pero no era obstáculo para la convivencia y hasta la colaboración en publicaciones o en expresiones públicas sosteniendo sus postulados.
Indudable también es que había personajes con claro y manifiesto compromiso político en tiempos en donde las acciones internacionales hacían casi obligatorio pronunciarse en relación a conflictos bélicos, principalmente.
A la distancia y aun sin transcurrir el tiempo histórico suficiente, es posible conocer los conceptos estéticos de pintores, por ejemplo, de finales del siglo XXVIII, entender las tendencias que se manifestaban en las expresiones de las cuales hay testimonios gráficos y adentrarse, gracias a documentos de otras formas de preservar o expresar lo que acontecía en el país en ese aspecto.
Los escritores, filósofos y académicos reunidos en centros de enseñanza, con una primaria vocación universal en el pensamiento, dejaron constancia de la riqueza de las ideas, de la madurez en las discusiones y de la generosidad y abundancia de recursos para multiplicarse si las diferencias hacían necesario bifurcar los caminos.
En una nota de archivo en menos de diez minutos, Octavio Paz hablaba de los exponentes de la pintura a la que hago mención líneas atrás, menciona las iglesias como centros donde quedaron obras representativas de una época en que los grandes nombres no parecieron abundar y más adelante explica la manera como quiénes logran destacar lo hacen a partir de rupturas con los cánones de la época. Paz habla de este tema como podía hablar de cualquier otro, con conocimiento, fluidez y dominio de los temas.


En un aniversario más del fallecimiento del escritor es imposible mencionar la manera en que se argumentó muy recientemente “de acuerdo a los reglamentos de la Cámara de Diputados” la negativa para inscribir su nombre en el lugar distinguido en el recinto del Congreso.
Se dijo entre otras cosas, que “no contribuyó a la formación de la patria y que al no ser considerado héroe no procedía su inclusión en el muro especial”.
Me pregunto desde entonces ¿qué es formar patria? y en estos días ¿quiénes son los héroes?
Nada quiero agregar, el personaje está por encima de mis letras, lo saben quienes lo conocen en alguna línea.
Vaya lo siguiente solamente como un homenaje provinciano, discreto e insuficiente para quien está en letras de oro de manera firme en mi pensamiento y mi inteligencia más allá de cualquier etiqueta circunstancial que pueda colocarle el orador oficial en turno:
“Allá, donde terminan las fronteras, los caminos se borran. Donde empieza el silencio. Avanzo lentamente y pueblo la noche de estrellas, de palabras, de la respiración de un agua remota que me espera donde comienza el alba.
Invento la víspera, la noche, el día siguiente que se levanta en su lecho de piedra y recorre con ojos límpidos un mundo penosamente soñado. Sostengo al árbol, a la nube, a la roca, al mar, presentimiento de dicha, invenciones que desfallecen y vacilan frente a la luz que disgrega…
(…) Allá, donde los caminos se borran, donde acaba el silencio, invento la desesperación, la mente que me concibe, la mano que me dibuja, el ojo que me descubre. Invento al amigo que me inventa, mi semejante; y a la mujer, mi contrario: torre que corono de banderas, muralla que escalan mis espumas, ciudad devastada que renace lentamente bajo la dominación de mis ojos.
Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día".


(Libertad Bajo Palabra. Octavio Paz)


viernes, 18 de abril de 2008

Hay días así

Hay días en que la sensibilidad la trae uno a flor de piel.

Un recorrido rápido por los detalles que se encuentran al alcance de la vista en el camino diario al trabajo o a la rutina matutina de cada día, enfrenta uno a un sinnúmero de acciones que se sostienen, tal vez por hábito, formando parte ya de una convicción primaria de un “deber ser” elemental.

Son apenas unos minutos antes de las ocho de la mañana, algunos días llevo a mi nieto a su escuela ubicada a un kilómetro de distancia de la casa, aproximadamente, y salgo a la calle.


Una mujer barre la banqueta y el frente de su casa con una dedicación digna de la mejor causa, limpia hurgando con la escoba cada pedazo de pavimento con algún rastro de polvo. La mujer no levanta la vista de la tarea en la que se empeña cada mañana. Imagino muchas cosas: vive sola y esa acción la pone en una comunicación ocupacional con otras personas que hacen lo mismo a esa hora, aprendió a llevar a cabo ese trabajo como parte de sus rutinas diarias y ahora a sus sesenta y tantos años es ya parte de una manera de ser. El detalle aquí es que la señora está enferma, seriamente enferma y el hecho al que dedica más cuidado es a cumplir con su costumbre de barrer el frente de su casa tan pronto se recupera de los periódicos tratamientos a los que se somete. Digo que imagino, porque la mujer ni siquiera saluda a mi paso y lo de la enfermedad lo conozco porque la he visto llegar a su tratamiento a la institución de salud a la cual está afiliada. Lo que sea, algo la mueve a llevar a cabo una acción que la conecta con la realidad que a ella le importa: su entorno, su casa.

Salgo otro día a un encargo muy temprano al centro de la ciudad, bajo en auto por la calle Seis y veo caminando a un joven que carga a un pequeño en brazos, lleva la bolsa del niño al hombro, se dirige a la guardería del IMSS, va caminando y mirando al niño, al llegar a la puerta, toca la cara del menor y le sonríe, enseguida entra a dejarlo. Veo esto porque temprano se hace una especie de nudo entre quienes llegan corriendo a dejar a sus hijos, y mientras el tráfico se regulariza hay tiempo para apreciar estos detalles.

Por la calle, de manera puntual sale a tomar el autobús una joven linda con un serio problema ortopédico auxiliada de una prótesis, camina a un ritmo desigual y diferente pero se acompaña de un porte y de una dignidad que impone respeto.


El vecindario envejece, quienes quedan llevan el cabello blanco y aunque conservan sus motes tendríamos que agregarle algún calificativo que le quitara el tono casi burlón de quien antes pudo haber sido “El Gallo”, “El Gavilán" o “El Pollo,” son ahora un recuerdo un tanto desteñido del personaje que dio origen al sobrenombre.

Si es una persona poco vista se levantan las cejas al saludar en una tienda local por darse cuenta que uno sigue con vida y es “una misma”, no su hermana -la de uno, claro.

Me topo en la carnicería con Doña Lupe del Pueblo, quien desde hace más de veintitantos años me pregunta cuándo murió mi madre, lo que no ha ocurrido; y qué hace Don Pancho, mi padre, a quien hace tiempo no ve y quien sí falleció hace ya bastantes años, siempre pregunta lo mismo e invariablemente, por supuesto, recibe la misma respuesta.

No falta la nueva y bien intencionada vecina de la cuadra quien pregunta cómo nos sentimos aquí en el barrio y tengo que aclararle, una vez más, que cuando esta zona todavía no podía llamarse calle (porque era casi parte del cerro) ya vivíamos aquí y que “la nueva” es ella porque apenas tiene diez años aquí.

Lo dicho, el poblado envejece y lo que queda de otro tiempo pierde poco a poco la memoria y se sustituye ¿con…? No sé.


Entonces en estos amaneceres en donde creo a veces que amanecí un día antes porque así media dormida y a media luz, la edad puede ser cualquiera, acomodo mis ojos a la realidad y el azar me lleva a admirar emocionada a la parte del país que no tiene opinión publicada en ningún diario pero que contribuye con su trabajo y el esfuerzo que le acompaña para sobrevivir con dignidad y decoro, y sigo mirando a ese segmento de un pueblo que con los engomados viejos y casi invisibles -pegados a las defensas de sus carros- de campañas políticas pasadas en donde las siglas, lemas y nombres se sobreponen en un despliegue muy gráfico de la esperanza renovada de vez en cuando, a quienes todas las iniciales de partidos políticos, organizaciones, comisiones, transnacionales, y todos los juegos que los ingeniosos de la noticia inventan para llenar espacios en la cuota de la columna diaria, no le dicen nada porque la vida la tienen ocupada en el nombre de la ruta del microbús o el número del nip de la tarjeta de banco en donde depositan su pago semanal o el del viejo asegurado de la familia -o la viuda- cuyo ingreso forma parte del sustento con el cual se sobrevive de plazo a plazo, el curp de los hijos, el número de tarjeta para checar en el trabajo, los teléfonos de cinco o más personas, por decir algunos.

Entonces me doy cuenta que hoy es hoy, que no vivo en una realidad atrasada y que más vale que recuerde por este día lo que merece ser recordado para sostenerme erguida en valores, algún objetivo claro y el nombre de algunos de los tantos medicamentos que debo tomar para controlar la presión arterial o algún otro achaque muscular, y para que, como dice la oración de alcohólico, “aprenda a distinguir la diferencia”.

Hoy puede ser un gran día,
imposible de recuperar,
un ejemplar único,
no lo dejes escapar.
Que todo cuanto te rodea
lo han puesto para ti.
No lo mires desde la ventana,
y siéntate al festín.
Pelea por lo que quieres
y no desesperes si algo no anda bien...
Hoy puede ser un gran día
y mañana también...

(Serrat, Joan Manuel. Hoy puede ser un gran día).

sábado, 12 de abril de 2008

Un fantasma recorre mi cuerpo

Un fantasma recorre mi espíritu, pero para instalarse ahí se desliza por mi cuerpo, provoca dolor muscular en mis pantorrillas y se resiente en la zona lumbar a la hora e incorporarme después de horas frente al escritorio.
Es el fantasma de la desolación, es un mal ya crónico que me ha llegado desde años atrás.
Un día a la enésima experiencia de ver convertida en polvo la amplia gama de esperanzas que como habitantes de este tiempo todavía guardamos, frente a los desacuerdos absurdos hasta en las discusiones más nimias entre personajes que esgrimieron ante auditorios de alumnos, simpatizantes y seguidores, me fui sintiendo cansada e impotente.
Volviendo la vista hacia los representantes de la inteligencia, donde quiera que se ubiquen, tropiezo de inmediato con ese mismo monstruo pegajoso e invasivo que es la soledad en la reflexión y en el análisis de una realidad.
Leo, para ganancia de muchos, que quienes han aportado ideas y comentarios de enorme valor se miran ahora en la “necesidad” de hurgar en sus haberes para desempolvar sus trabajos o proyectos sobre temas distintos a la política, de esta manera tenemos a quienes nos hablan de cine, música, teatro o poesía.
La división maniquea que podría hacerse de manera muy simplista entre quienes todo aplauden y entre quienes todo critican, cuestionan o reprueban se mira alterada por arranques de conciencia o de honestidad intelectual y buscan con esfuerzo encomioso los puntos rescatables de este país al que parece que en algunas de sus partes escribió algún guionista pagado por cuartilla.
Temáticos como hemos demostrado ser, apenas distrae un poco el adiós a Hugo Sánchez, de quien he de confesar, no tengo opinión, para topar con las maravillas de un proyecto que nos convertiría en dueños reales a través de baratos bonos de la riqueza petrolera.
Mientras la guerra innegable que se vive entre grupos del narcotráfico parece no tener ni un día de tregua y las cifras de la pobreza simple, sin eufemismo, despojada de los términos que hacen que las cosas parezcan algo distinto cuando dicen “pobreza patrimonial” a quienes no son propietarios de una vivienda, o “pobreza alimentaria” a quienes no tienen para comer, como si unos y otros fueran parte de grupos distintos, le duele a uno alguna parte del corazón y no el metafórico, sino alguna línea real entre el pecho, la espalda y un brazo solamente de pensar que faltan esquinas para todas las personas que con un bote en la mano y un gafete que nunca alcanzamos a leer, esperan que de un monedero sin fin alcance a regalar monedas a cada alto, para después en el estacionamiento de cualquier centro comercial un hombre que corre al escuchar el ruido que hace el seguro del auto exhale con dificultad un poco de aire por un silbato lleno de saliva y a cambio de eso paguemos su ayuda.
Seguimos rumbo al asunto siguiente en el diario recorrer por las calles de la ciudad para sentir que a veces es necesario detenerse porque la rabia de quien dice las noticias nacionales salpica a través del radio y contamina hasta la libertad de opinar respecto a cualquier evento que tenga lugar en el mundo.
Con ligereza casi criminal se le aplican calificativos como “fascista” a expresiones desesperadas a veces, organizadas otras, pero válidas todas, de inconformidad frente a decisiones que golpean en la integridad de la vida de cada mexicano.
El fantasma de la intolerancia, de la descalificación, mina el espíritu a ratos.
Frente a este mal no parece haber manifiesto que nos rescate u organice porque la voracidad de las burocracias partidistas han hecho de la participación ciudadana una bandera solamente útil para acarrear en modos más sofisticados a los votantes potenciales a las urnas cuando la fecha sea conveniente.
Me duele entonces el México del “boteo”, de la rifa, de la casa de empeño, de las cundinas. De las mujeres que trabajando, siendo profesionistas, estrenan para el desayuno del fin de semana los atuendos y accesorios que pagarán dentro de un año o más.
Administro como puedo la decepción de la apariencia sin más destinatario que quedar bien en el momento y busco una pastilla de “mejores tiempos” para seguir adelante con el día.

Uno se cree
que las mató
el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto
de ida y vuelta.

Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón.

Como un ladrón
te acechan detrás
de la puerta.
Te tienen tan
a su merced
como hojas muertas

que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve.

(Serrat, Joan Manuel. Aquellas pequeñas cosas)

miércoles, 9 de abril de 2008

A quien corresponda

Hoy me quedé sin letras, decir eso viniendo de una mujer a quien casi han acusado de que le sobran las palabras, es en sí mismo muy grave. Fui educada en el discurso y la defensa argumentada, hasta el agotamiento, de la razón y como persona de raciocinio el manejo de las ideas llevan por finalidad penetrar en la mente del interlocutor para confrontar, cotejar, convencer o rendirse ante el peso de la validez de los argumentos.

Las magníficas expresiones de “porque lo digo yo”, o “no quiero discutir sobre esto” acompañado de una palmadita en el brazo pueden convertirse en el detonador que parta el Mar Rojo en dos.

Lo absurdo o contradictorio es que el despliegue que en algún momento se pueda hacer de la exposición de las ideas propias a la hora de un desacuerdo se enfrenta a un muro ya sea de enojo o de falta de recursos para contribuir a la fluidez de una discusión.

Encontrar pares a la hora de la diferencia de opinión, o cabezas frías al momento del disgusto o la controversia, es tan extraño que de darse el caso más valdría renunciar a todo y abrazar amistosamente al adversario ocasional.

Me quedo sin letras porque el sentido común no alcanza para tocar con suavidad certera y milagrosa al corazón herido de un hijo, justo ahí donde lo está necesitando. No tengo palabras para defender el derecho a la convivencia a la risa y a la canción en mundos y espacios donde en el octavo año del segundo milenio de esta era haya quienes consideren que esas son conductas inapropiadas para las señoras serias. Quedo muda cuando al menor chiste de mal gusto o la alusión de doble sentido sin la menor sonrisa, me retiro.

Dirijo una mirada casi transparente a quien me detiene en la calle para pedirme alguna explicación sobre el comportamiento político de tal o cual personaje o cuando alguna persona con quien no guardo relación personal espera que le ponga al tanto de noticias que bien puede leer en cualquier diario local.

Me dejan en silencio los conocidos que esperan que les regale mis poemas solamente porque les parece que suenan bien para leerlos en intermedios de medianoche por la radio, sin brindar el mínimo reconocimiento intelectual.

Y de plano me quedo sin habla con quienes de manera reiterada consideran que escribo porque “estoy inspirada”.

Me preocupan quienes piensan que la depresión es un estado de ánimo, los padres que habiendo tenido educación no son capaces de hacer que los niños coman verduras o hagan un poco de ejercicio físico. Me duelen los niños y jóvenes que no han leído ni siquiera un libro de treinta páginas, las mujeres que buscan la sección de sociales en los periódicos y nunca salen en ellos, o quienes buscan la nota roja para encontrarse con los nombres y las fotos de sus amigos.

Y así, muda, mientras me calzo unos jeans estrechos y de talla preocupante para mis hijas y ridículas para las tiendas donde busco algo de mi estilo –entiéndase una señora madura- y de mi medida, me dispongo a visitar al médico porque últimamente me han quedado tantos cabos sueltos y tantas etiquetas revueltas que requiero de la ayuda del especialista para que me diga en qué casillero acomodo mi autodeterminación y mi individualidad y dónde coloco la nostalgia de mis padres que de tanto sentirla la confundo con la mía.

Me pongo un suéter “color mamá” (léase turquesa claro, definición familiar) y mientras enciendo el auto y ordeno las ideas que voy a plantear al médico no atino a tararear “Cuando saldo a los campos me acuerdo”, porque yo ni en el campo he vivido y no me acuerdo de nada, cambio a Hancock a quien pienso que nunca escucharé, pero finalmente me reconforto con Bob Dylan porque puedo cantar a todo pulmón en el trayecto de mi casa al consultorio:

You say you're lookin' for someone
Never weak but always strong,
To protect you an' defend you
Whether you are right or wrong,

Someone to open each and every door,
But it ain't me, babe,
No, no, no, it ain't me, babe,
It ain't me you're lookin' for, babe….”
(But ain't me, babe)

Traducción libre:

Dices que andas buscando
alguien fuerte, nunca débil
que te proteja y defienda
tengas razón o no.

Alguien que te abra cada puerta
pero no soy yo, cariño
no soy a quien tu buscas, nena…”

lunes, 7 de abril de 2008

Algo sobre la muerte…

Le conocí hace más de veinticinco años, en un viaje del Distrito Federal a la ciudad de Toluca. Mi compañero y amigo Alejandro me prestó el librito de tapas color turquesa en una edición de Joaquín Mortiz de 1980. En un viaje de una hora aproximadamente consumí las hojas llenas de poesía que hicieron brevísimo aquel recorrido.
Con una sola recomendación, la de los Amorosos, lo demás fue un viaje voluntario y azaroso por el relato poético de situaciones familiares y cotidianas expresadas, sin embargo desde una intimidad conocida,por propia, pero confrontada en el momento de la lectura con la de un hombre sensible, sensual y conocedor de las veredas secretas del corazón y la relación directa con la emoción y la piel.

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan…

Jaime Sabines, hombre de su tiempo, de su pueblo, de los suyos, peatón de la vida, conectado a sus sentidos y habitante de un mundo que en las voces de sus poetas canta y llora por los motivos más terrenales y de igual modo los más sublimes.

En un aniversario más de su fallecimiento vaya esto como un recuerdo modesto a su memoria:


ALGO SOBRE LA MUERTE DE JAIME SABINES


Me leí en ti mejor

que en cualquier libro

llamé al amor con nombres cotidianos

sentí deseo

ternura y muerte

en tus palabras

unté en mi cuerpo tus versos

como ungüento

adelantas el paso en esta hora

y me dejas atrás

algo se quiebra en mí

como un espejo

la mirada se nubla

y mi tristeza

se derrama en letras.

Marzo 19 de 1999

(Ceniceros, Hadassa.)

También prefiero abril

Llega de nuevo abril, este año después de las abundantes y generosas lluvias los campos lucen colores verdes de diferente intensidad. Las flores no ocultan su belleza alrededor de las veredas y caminos para brindarnos las variadas bellezas de pétalos amarillos, morados o blancos.
De nuevo la vida cumple su promesa: vuelve a florecer. Atrás quedan las experiencias frías de diferente índole, la presencia cumplida y cabal de los nuevos ciclos alienta la tibieza de la esperanza que anima a sonreír y hasta soñar.
Salir y mirar los campos con tierra húmeda y en algunos sitios escuchar el murmullo de arroyos que serpentean bajando por las cañadas hace que desaparezcan incoloros los juegos sucios de las realidades políticas del mundo.
La mirada iluminada entre verdes y azules lleva el pensamiento hacia la familia, y los seres amados. Todo se vuelve simple como el campo que nada más recibe un poco de alimento y paga con frutos y belleza.
¿Qué es lo importante? La salud, tranquilidad y una buena dosis de alegría salpicada con inteligencia ahí donde más se necesita.
Los poetas han cantado a abril, mes que encierra belleza, promesa y esperanza. Tiempo para algunos de regalos como los hijos, de cumpleaños de amigos y familiares, de aniversarios y también de despedidas tristes y dolorosas.
Llega pues abril y por hoy hago abstracción de las imprecisiones de Hillary Clinton, del lío penoso de las elecciones del PRD, del abuso de los medios hacia los temas de la oposición, de las frivolidades de quienes debieran representar lo mejor de los hombres del país. Cierro los ojos ante un “hombre embarazado” y me recreo un instante en las palabras de otros y de paso sumo las propias.

A todos: Feliz Abril.

de Silvio Rodríguez (Como esperando abril)

...Mucho más
allá de mi ventana
algodones jugaban
a ser un jardín
en espera de abril.
Mucho más
allá de mi ventana
mi esperanza jugaba
a una flor,
a un jardín,
como esperando abril…

de Antonio Machado (Abril Florecía)

…Entre los jazmines
y las rosas blancas
del balcón florido,
me miré en la clara
luna del espejo
que lejos soñaba...
Abril florecía
frente a mi ventana.

de Juan Ramón Jiménez (primavera)

...Abril, sin tu asistencia clara, fuera
invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.

de Silvio Rodríguez (El día feliz que está llegando)

Se está arrimando un día feliz
como hace un barco tras los meses
se esta acercando un día de abril
un día de abril se va a arrimar
a los finales de noviembre

También prefiero abril

Las mañanas de abril son un regala
su llegada despliega generosa
la vida en haces de oro
la esperanza perdida en el invierno
se congrega impetuosa en estos días.
Algo como un ungüento perfumado
de amaneceres limpios
se acomoda en mi frente
y entre besos soñados y tus brazos
de la sola memoria acompañada
reinvento día a día
mi canción.

de Hadassa Ceniceros

¿Qué hacer?

publicado en prensa en marzo 27 por Hadassa Ceniceros


Hace algunas semanas leíamos con preocupación una columna local en donde quien escribía se expresaba con gran pesimismo en una especie de retrospección en tercera persona para luego dar algunas respuestas ante este estado de ánimo.

De distinta manera y con recursos intelectuales diferentes y variados, los estudiosos de los fenómenos sociales y sus relaciones con el entorno se repiten a sí mismos con los análisis, a veces históricos, y en otras ocasiones simplemente comparativos de realidades semejantes en otros momentos o en otras latitudes del mundo. Todo para llegar a las obvias conclusiones de que la superficialidad, la apariencia, la fachada del mundo que enfrentamos no resiste la mirada aguda, profunda y documentada de sus mejores intelectuales.

La modalidad de medir opiniones y tendencias y en base a esas mediciones proyectar resultados y escenarios reducen los acontecimientos de trascendencia a pantallas diminutas de juegos portátiles de video. La realidad que representa la penetración de propuestas y proyectos en la mente del potencial votante y la decisión que en base a sus propias valoraciones realice, se expresan en sondeos y encuestas con muestras consideradas como representativas por las explicaciones y razones técnicas que los especialistas puedan darnos. Sin embargo en el uso de la herramienta se pierde el dato humano que significa salir a concretar en la acción una decisión y una definición política.

Desde cualquier gabinete de especialistas con los nombres de dos o más candidatos y con el programa de computación diseñado para ese propósito se pueden hacer prospecciones que con los márgenes de error naturales brinden aproximaciones aceptables.

Luego vienen las excepciones, y el fenómeno que en la realidad encuentra variantes viene a ser explicado a “toro pasado” con el análisis posterior de lo que pudo haber ocurrido para que los resultados hayan sido otros.

En ocasiones y sin caer en fatales pesimismos, la reiteración desmedida de algunos temas provoca un cansancio y un aburrimiento que no proviene de una realidad de iguales características sino del manejo cansino de los comentarios.

Ahora resulta que todos saben con ligeras diferencias qué tipo de izquierda necesita el país, luego vienen las preguntas: si al haber participado de acuerdo a las leyes electorales y a las reglas del juego se les calificó como un peligro para el país, ¿en qué momento puede ser rescatado el concepto de izquierda que se consideraría “bueno?

Total, que mientras el tema se agota y en espera de que un nuevo acontecimiento rebase al escándalo actual me detengo a reacomodar en el cajón menos visitado del armario familiar, a ver de nuevo las fotos de finales de los cincuenta cuando no cabía en nuestra emoción de niños el gusto de venir a vivir cerca del mar.

Era verano, la novedad de un cambio de casa hacia que apenas clareara el día estuviéramos de pie para salir corriendo a comprobar que a corta distancia el mar seguía ahí.

El Sauzal nos brindaba el aroma salado de la brisa matutina y las calles amplias, arenosas algunas, con sus cercos de postes y alambres de púas marcaban un paisaje nuevo, amplio y claro. Caminar a la tienda de Ramón, El Chino, o a la de Don Vicente Aguilar eran tareas que deseábamos hacer para conocer las calles de nuestro nuevo vecindario. El poblado, sus habitantes y los personajes pintorescos, que otros niños nos fueron presentando, iban llenando poco a poco el capítulo de nuestra nueva historia familiar.

Ir a Ensenada representaba una salida de por lo menos tres horas. Después de abordar el camión a la orilla de la carretera recorría el camino hasta el barrio de Manchuria para luego regresar lentamente rumbo a Ensenada. Pasaba media hora o más después de haberlo abordado en las primeras calles y todavía no salíamos del poblado. No había prisa, se sabía el tiempo que tomaría un mandado al mercado, al doctor o a alguna oficina. De regreso, era fácil identificar el sonido del motor del camión y permitía que saliera uno a recibir a quien venía con algún paquete o bolsa pesados y corríamos a ayudar.

Eran otros tiempos, así se dice. Aunque niños había buena memoria, las enfermedades graves eran pocas, el colesterol no se había inventado, no conocíamos la palabra estrés, los alcohólicos eran solamente borrachos, las toallas sanitarias se deletreaban letra por letra para que los chicos no las entendiéramos y en la tienda las envolvían en papel para que la caja azul no se notara, un peso de pan eran cinco piezas, comer comida china era un evento especial y las personas mayores se llamaban Tránsito, Librada, Expectación o Tula y la mayoría de los personas tenían algún mote.

Esperaré un poco más, tal vez mañana lleguen otros temas.

          Si en este mismo instante yo muriera

          estaría dispuesta

          preparada

          no conservo cajitas con secretos

          ni joyas de inquietante procedencia

          no hay cartas amarillas

          ni pañuelos con letras

          abrazadas en la esquina

          no requiero lavar ningún aroma

          mi piel no huele a amores o deseos

          los rostros que recuerdo están sin nombre

          no guardo talismanes

          ni cabellos

          todo está en su lugar

          nada hay oculto

          no atesoré amuletos contra olvidos.

          (Ceniceros, Hadassa)

Mucho ayuda el que no estorba

publicado en prensa en marzo 21 por Hadassa Ceniceros

En acciones que manifiestan un gran menosprecio por los ciudadanos las televisoras y noticieros nacionales han dedicado tiempos valiosos en dar los pormenores de las elecciones internas del Partido de la Revolución Democrática. Con celo digno de mejoras causas puntualizan todas y cada una de las irregularidades señaladas por los simpatizantes de uno y de otro candidato de esta contienda.

El menosprecio radica en la evidente intención de contribuir al desprestigio de lo que representa un instituto político de oposición. La verdad que como ciudadanos no se necesitan mucho para entender y reconocer que los vicios que se señalan entre sí son ciertos y que los matices que se detectaron en diferentes entidades obedecen a factores variados de la misma intención: ganar a como dé lugar.

Ayudaría que a la par de la nota de escándalo entre comillado se aportara algo más de la historia del partido del sol azteca y los grupos que lo integran para darle sentido a la información.

Se podría mencionar que lo que representa uno y otro candidato es la antigua concepción de la izquierda mexicana y que traducido a expresiones atenuadas llegaron al Frente Democrático alrededor de Cuauhtémoc Cárdenas en lo que quiso ser la unión histórica de todas las expresiones afines. Por una parte los miembros del Partido Socialista Unificado de México (antes Partido Comunista Mexicano) y por otro el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (antes Partido Socialista de los Trabajadores).

La confrontación entre quienes pretendían líneas más ortodoxas, más ajustadas a la clásica definición de izquierda y la interpretación “libre” de quienes en una justificación de los que representaban el llamado Nacionalismo Revolucionario se esforzaban por encontrar expresiones progresistas en grupos y personajes que favorecieran políticas de beneficio social.

La mayoría de los dirigentes provenientes del PFCRN llegaron con experiencia legislativa y manejo eficiente de los asuntos electorales. Los ex miembros del PSUM contribuyeron con las mismas características.

Sin embargo las diferencias de origen se han mantenido latentes.

El momento nacional actual ha agudizado en los últimos años la pugna conceptual de los grupos que ahora representan los dos contendientes por la dirigencia del PRD.

Las ausencias, los huecos y las fracturas se dan ahí donde no ha habido quien exprese en términos reales y fundamentados lo que representa cada uno de los grupos y las corrientes que lo integran.

Hace tiempo los partidos políticos todos, renunciaron a la formación y el conocimiento de los valores que los rigen, de la fundamentación ideológica y de los principios rectores. La vida política de los organismos partidistas ha quedado en manos de publicistas, mercadólogos, directores de imagen, medidores de opinión y recolectores de campañas de “impacto” en diferentes partes del mundo con sus frases felices.

Que el asunto de las elecciones del partido de izquierda ha sido una muestra de muchos de los vicios que se critican y se han hecho presentes en las elecciones generales, es cierto. Que quienes somos meros observadores de este proceso lo entendemos así, también. Que en general los ciudadanos tienen su opinión respecto a los acontecimientos, no hay duda.

Mucho habría ayudado a desentrañar el conflicto postelectoral del 2006 que los medios, ahora tan puntuales y generosos con la información, nos hubieran brindado los pormenores de todas las situaciones de duda y conflicto y las argumentaciones que en cada caso se aportaron.

Al final a pesar de la inconformidad de quienes no lograron el triunfo habría quedado a menos la certeza de entender la manera en que el proceso se desarrolló.

La duda de entonces no fue en ninguna manera producto de necedad ni fanatismo. La duda que acompañará ese evento tiene mucho qué ver con la desinformación y el sesgo con el que se guardaron algunos datos y se exhibieron otros.

“Hágase pues la justicia en los bueyes de mi compadre”

¡Feliz primavera a todos!

Si sobrevives, si persistes, canta, sueña, emborráchate.
Es el tiempo del frío: ama, apresúrate.
El viento de las horas barre las calles, los caminos.
Los árboles esperan: tú, no esperes.
éste es el tiempo de vivir, el único.

Jaime Sabines.