sábado, 25 de diciembre de 2010

¿De dónde viene el poema?

Frecuentemente se pregunta a escritores, poetas, pintores, compositores, artistas en general cuál es la fuente de la inspiración para determinada obra.
Si bien existen detonadores del impulso creativo es la determinación específica para realizar un trabajo lo que conforma el hecho artístico.
Vivimos expuestos a un mundo lleno de experiencias, motivos, razones y hasta excusas por las cuales optar al momento de iniciar los primeros esbozos de una obra. En la conjunción de estímulos externos, ya sean sensoriales o meramente emotivos, con los recursos técnicos, académicos o empíricos se produce la idea que inicia un proceso creativo.
Las percepciones de realidades concretas o abstractas toman forma con la materia prima de nuestro dominio, en este caso con el lenguaje, con la palabra.
Un atardecer, por ejemplo, puede motivar la razón de una fotografía o una pintura, otro piensa en el ocaso, en el fin del día, en la despedida del sol o el adiós.
La muerte la ve alguien en colores negros y grises, otro la describe como despedida o separación, alguien más la mira como descanso y habrá quien la mire como nada como final. Otro escribirá una marcha fúnebre.
El impulso o punto de partida pasa por el tamiz de la sensibilidad, la inteligencia y hasta entonces surge como algo concreto.
El arte pasa por la subjetividad de autor, no podría entenderse de otra manera pero no deja de ser el resultado de una idea respecto de una cosa. Es el resultado el que variará.
Las respuestas pues son diversas e innumerables.
El poema viene de todas partes, allá donde una indígena comparte su bocado con el hijo de brazos, donde los colores de las flores formen un tapiz de aroma y suavidad, donde dos se fundan en un abrazo, desde el camino por el que corren los que sueñan con pasar a un mundo mejor arriesgando la vida, y ahí donde un viejo agoniza con sus manos sostenidas entre las de un hijo.
Miro la luz de la tarde a través de la copa de vino y la luz refractada se convierte en fiesta, en promesa, música y en besos. El pintor mira el color rojo transparente e imagina los tonos que usará para descifrarlo. El fotógrafo buscará la manera de atrapar la luz, yo escribo.

Mientras consumo el vino de una copa
deshaciendo las horas de una tarde
vivo
pendiente
del sueño de anoche
hilvanando momentos
con la aguja del tiempo…
(Ceniceros Hadassa. Mientras consumo el vino..)

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