sábado, 1 de enero de 2011

Sobrevivimos

Se desprende sin nostalgia la última hoja del calendario. Aún es pronto para sentir la pérdida del tiempo inmediato. Un año resulta corto cuando nos encontramos de nuevo con el mismo mes, igual fecha en otro día, aunque en ocasiones la pastosa repetición de días y horas sin cambios notables en nuestro mundo personal pareciera hacer eternas las esperas e inútil la esperanza.
El sobresalto y la sorpresa han llegado a instalarse de manera permanente en nuestra conciencia, en nuestra noción de la realidad. Los cadáveres apilados con nombres o sin ellos, ocupan espacios de la memoria en el cortísimo lapso de un año. Muertes individuales elevadas a nota de escándaloVIP, junto a las muertes colectivas donde solamente el número es el que se recuerda. La ocupación de los muertos tiene otra nota de distinción: estudiantes, miembros de bandas, drogadictos. Funcionarios públicos por rango: presidentes municipales, diputados locales o federales, candidatos, ex gobernadores. La nacionalidad, la raza, todo rasgo distintivo se pierde en el plural: mujeres, indígenas, inmigrantes, civiles sicarios - de una organización o de otra.
Frente a todo esto sorprende de verdad, la tenacidad de una madre, la perseverancia de un familiar o el seguimiento anónimo de un buen investigador para descubrir pistas, datos, huellas hasta obtener resultados.
Causa admiración el trabajo constante y lejano de profesores con sueldos reducidos por la inflación, repartidos entre muchos en la familia y obligados a rendir con la administración de una buena madre.
Y nos enternece la dedicación de personas al cuidado de ancianos o la rehabilitación ejemplar de varios para seguir en tareas de cuidado y rescate a quienes son víctimas de las adicciones.
Alienta la inocencia de los niños que poco a poco descubren conocimientos de la Historia de México o de Español, se confrontan con la competencia de compañeros, se enamoran de su profesora y llegan como a una revelación al conocer que “pensar” es “hablar bajito con uno mismo” y que la rima “hace que las palabras suenen como canciones”
Alcanza uno así a la conclusión de que llega un día en que la risa del esposo o el amigo, el saludo de la vecina o una taza de café con pan dulce puede hacer que se viva algo parecido a la felicidad.
“El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia.”
(Kundera, Milan)

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