jueves, 10 de julio de 2008

La difícil tarea de hablar claro

¿Por qué no haces unos tamalitos para la cena? Pregunta un esposo. Lo que sigue son las diferentes opciones de reacciones y respuestas a esta pregunta –porque es pregunta:

1) la mujer dice que está bien, que hará eso de cena

2) se queja de que es mucho trabajo y no hay ayuda

3) sugiere que compren ya preparado lo que él desea

4) contesta tal como le plantea el marido la pregunta.

Porque en este mundo cotidiano de las cosas sobreentendidas ni el esposo dice lo que quiere decir ni ella responde generalmente lo que la otra persona plantea. En este ejemplo tenemos que al hombre no le interesa realmente las razones para que la señora no haga lo que él quisiera cenar sino que desea que ella haga lo que a él se le antoja, y ella no contesta lo que quiere decir porque a partir de la primera propuesta ambigua le siguen una serie de suposiciones cuya responsabilidad nadie asume.

La pregunta más cierta sería ¿quieres hacer esto para la cena? Ella contestaría sí o no y tal vez matizaría con alguna explicación agregada. Fin de la historia. Todo lo demás es ese juego vicioso de manipular las reacciones o las respuestas según el planteamiento impreciso.

Los mexicanos somos conocidos por otros hispanoamericanos por la forma difusa de decir las cosas: el “a ver cuándo nos vemos” o “hay que juntarnos un día de estos” no son formas de establecer un compromiso para encontrarse con alguien, es la mera expresión de un deseo o una intención. “Luego te hablo” no es tampoco un acuerdo, ni define hora o día.

Recuerdo a un pretendiente de mis tiempos de juventud, se despedía a la una de la tarde de la oficina donde trabajábamos diciéndome “enseguidita vengo”, entendiendo eso como algo breve e inmediato lo esperaba, una, dos o más horas en vano, luego aparecía a las seis como si nada, al señalarle la descortesía y molestia por haberme dejado esperando respondía “te dije que luego venía”.

Hasta en las canciones dicen los refranes populares “nomás me dice que sí pero no me dice cuándo”.

La incertidumbre como destino cotidiano deja un sabor amargo en el ánimo, porque resulta que un día con tantas imprecisiones acumuladas y a pesar de todo lo que no sabemos ni cómo o cuándo va a suceder, los plazos se cumplen, los ciclos terminan y las fechas se cierran, entonces el “un día…” llega, y nos encontramos de cara frente a las consecuencias del olvido, del aplazamiento o la desidia; el proyecto ideal para los hijos o del compañero o compañera no se realizó, y el evento importante pasó de largo sin notarlo, o el ánimo y el cuerpo no lo desean más, el entusiasmo o las simples ganas de hacer algo no existen más; lo que queríamos como alguna vez lo soñamos es pasado.

El tiempo pasa y se lleva día a día las posibilidades enormes que cada mañana plantea y cada noche cancela.

Hablar claro, decir lo que realmente deseamos expresar, hacer las preguntas y aceptar las respuestas, decir sí o no y atenernos a las consecuencias es tarea de compromiso con ese personaje que se llama “yo mismo” en la tarea de delinearlo primero en sus contornos y darle volumen después con la solidez de nuestras convicciones, preferencias y deseos, entendiendo que hay tiempo de buscar y tiempo de encontrar y que a muchos nos toca ya la sola acción de ser congruentes con ese hombre o mujer que deseamos ser y asumir de manera convencida que el tiempo de jugar a “encontrarnos” pertenece ahora a otras generaciones.

Hoy somos el dibujo terminado de quien deseábamos ser ¿Cómo se ve el resultado? ¿Nos gusta? ¿No? Bueno hay que arreglarlo un poco quizá, pero no podemos desecharlo, solamente buscarle los mejores rasgos y reconocer que una vez nos gustamos más, sigámoslo haciendo.

…Incertidumbre es el dolor del alma.

Incertidumbre es el dolor de amar.

(Curiel, Gonzalo. Incertidumbre)

1 comentario:

Esquina Tijuana dijo...

Todo el tiempo me pasa eso de la incomunicación cuando quizá por prudencia o diplomacia me preguntan lo que no quieren saber esperando responda lo que desean. En el trabajo se da mucho eso. Cuando una pregunta empieza con un ¿por qué no...? creo que ya va todo mal.
See you!